lunes, 11 de octubre de 2010

Carrera de todos

La muerte de un piloto de carreras sacude a los medios cuando pasa en una pista asfaltada como espejo, ante el ojo vigia como halcon de las camaras de television, que toman una y otra y otra tomas desde todos los angulos posibles, a cualquier velocidad y en HD. Los expertos se horrorizan y quiza empatizan con la causa y sucumben los sentidos del espectador ante la catarsis que se vive.

Luis era un piloto de carreras con poco futuro, si bien era talentoso y rapido sus 22 anos lo hacian un veterano sin necesariamente tener la experiencia para serlo, condenandolo a correr siempre en una categoria de poca monta y ninguna proyeccion.

Esa condena, ironicamente liberaba a Luis todos los fines de semana. Su hobby era ponerse el nomex, forzar el Jetta blanco en cada apex y olvidarse de lo que sucedia afuera. La plata esta de mas cuando lo unico es ver caer la bandera a cuadros antes que el resto. Y Luis lo logro algunas veces y otras gano plata y otras salio y no paso nada con el.

El dia que Luis vio caer por ultima vez la bandera a cuadros estaba lejos del olor a aceite hirviendo, y el glamour de las sensuales edecanes en el paddock. Luis murio como cualquier otro individuo miserable, tirado en esa avenida que el tino de rojo, con el craneo hecho polvo y enredado en el fierro. Un accidente saliendo de una fiesta abatio sus reflejos entrenados, su temple forjado al calor de las pistas y su habilidad para controlar las situaciones mas angustiantes.

Solo el nefasto y macabro ritual de exhibir el cuerpo en una sala copada por familiares y amigos supera la muerte misma. Su cuerpo exhibido como atraccion de circo acerca a los menos interesados y a los mas hipocritas, los mas vacios viven su fase de negacion. Solo hay una cosa que vale la pena de tan funesta imagen, al fondo, tras una fotografia enmarcada de Luis, se ve una bandera a cuadros que nos recuerda que nacimos de bandera blanca y que el solo llego antes a la meta.