El ritual de las malas noches

Para los despreocupados gamberros que vamos de rambla en rambla, el que nos deseen buenas noches es tan insultante como un recordatorio de que en algun momento en algun lugar heos tenido madre. Las noches de pirata jamas son buenas, pues la marea del rock y el alcohol exigen devocion y concentracion.

Para los que no comprenden tal estilo de vida, las buenas noches son obligadas, y estaran acompanadas idealmente de un vaso de leche tibia, galletas y la monotona melodia de una cancion de cuna. Para el gamberro promedio las malas noches se viven en la calle, en un sotano ruidoso, estridente, iluminado pobremente por una incitadora luz neon y que sin excusas deben estar acompanadas por un frio tarro de cerveza, si o si emparejado con un cigarrillo humeante de hipnotico aroma, al ritmo diabolico de Ozzy Osbourne.

Las malas noches se dan cuando no se tienen ganas de dormir, si acaso en un trance eclectico y porque no electrico en el vaiven de un requinto sencillo que cual canto de sirena invita a no despegar el culo del banco donde se contempla la habilidad del interprete que se convierte en idolo, si acaso zapateando ritmicamente.

Mientras las buenas noches transcurren en el abrazo de unas suaves y gentiles sabanas, las malas noches se viven en el frenesi sudoroso, humedo, producto del roce de los cuerpos de los amantes de sangre hirviente, porque no hay mejor tacto que el de unos delicados senos presionando y fundiendo en uno los latidos lujuriosos de ambos corazones indomables, de labios descontrolados y caderas que al ritmo del fuego estallan irremediablemente en polvo de estrella.

Para los amantes de las malas noches, las mananas solo son una transicion, esperando con ansia una nueva caida del sol, porque las malas noches no son terrenos de Dios, son bacanales eternos de demonios corruptos que seducen a cualquiera que entienda que el exceso es el efecto, no la causa.

A todos ustedes, les deseo que tengan muy mala noche.