martes, 7 de mayo de 2013

El último vuelo

Tiempo de lectura 4:20 segundos.

Canción para acompañar: Such great heights - The postal service.

El fin de un vuelo es histórico. El último vuelo del Concorde, aquel jet de pasajeros único en su especie después de décadas de servicio. Otros menos afortunados como el fatal aterrizaje del Hindenburg a metros de tocar tierra. El Enola Gay, bombardero B-29 modificado para soltar en Hiroshima una bomba atómica vio llegar su jubilación justo después de entregar su carga. Más recientemente el Discovery de la NASA viajó por última vez fuera de órbita. Todo último vuelo tiene un característica en común, la nostalgia.

Sostengo que todos alzamos vuelo alguna vez en algún momento particular de nuestras vidas. Ya sea con el impulso de nuestras piernas, por cortas que éstas sean para rozar un balón con la ayuda de una mano divina o la motivación que sólo ese místico polvo blanco entrando por las fosas nasales puede dar. En algún punto todos volamos.

El punto quizás es como alzamos ese vuelo, cual es nuestro impulso, cual es la mejor forma de volar y más importante aún cual es la mejor forma de terminarlo.

Después de varios intentos fallidos un día también alcé el vuelo. Un vuelo majestuoso como palacio hindú. Un vuelo memorable, un vuelo único, un vuelo inolvidable. Y en mi caso encontré algo aún más grande que el simple hecho de volar que ya es mucho, el vuelo compartido.

Si bien es cierto que cada quién vino con un par de alas y que sin duda cada quién era capaz de ponerse a volar por su cuenta decidimos un día tomarnos de las manos y explorar el cielo juntos. No importa cuán desconocido era el destino, que tan incierto era el paisaje, la seguridad de viajar mano a mano nos hizo llegar a alturas insospechadas. Causa de admiración y envidia nuestro vuelo ha sido único.

Como todo vuelo, por sorprendente que éste sea, por único que haya sido, por majestuoso que haya podido ser, hay un día que las alas no dan más. O rompes la barrera de la estratosfera y entonces llegas al espacio o comienzan las alas a quemarse y debes comenzar a bajar, comenzar a soltar.

Y así un día comenzamos a caer, quizás más estrepitoso de lo que hubiéramos deseado, quizás antes de lo que habríamos pensado. El vuelo un día fue más de lo que mis alas pudieron aguantar, el agotamiento venció mis fuerzas y comencé a precipitarme al suelo, injustamente sin soltar mi otro par de alas, de forma egoísta esperando que cargaran con mi peso por las alturas.

Y en ese espiral de caída libre un día debimos soltarnos. Y también justo antes de estrellarnos contra el suelo con lo último de esa fuerza que nos unió volvimos a mover las alas, con toda nuestra fuerza y con toda nuestra fe subimos otra vez a esas alturas que ya no eran ajenas, eran nuestras.

Por una última ocasión volvimos a esas nubes que tienen forma de sábanas, alcanzamos esa brisa que se confunde con nuestro sudor, sentimos ese calor que es lo más cercano a una explosión solar, el último roce de nuestras alas fue la magia que nos catapultó, aunque haya sido por última vez.

El último vuelo supera en toda forma posible al primero. La experiencia ganada se transforma en intensidad y la deshinibición es compensada con toda forma de pasión, porque volar es la última frontera del hombre, la más apasionante.

La nostalgia que rodea al último vuelo es En su propia manera también un premio.No importa que se incendie a metros de la tierra como el Hindenburg, que cause una explosión nuclear o que llegue vestida de gloria como el Discovery, la nostalgia es y será lo que marque el fin de ese vuelo. No importa nada al final porque ese sabor agridulce es el sabor de la victoria. Porque es mejor vivir esa nostalgia producto de saber que alguna vez se llegó tan alto, a jamás haber despegado los pies del suelo.

Ahora queda solo una cosa, curar las alas, correr para tomar vuelo y si un día se da, tomar otras manos, otro par de alas y volver a tocar el cielo.

Gracias por volar a mi lado.

1 comentario:

  1. Esto es hermoso, lástima que además de mis alas rompiste mi poder de creer en ti, en tus palabras por más inteligentes que parezcan son falsas como falso es todo el amor que dijiste tenerme. La verdad? la verdad yo ya la sé, de tus palabras también, aunque no fueron escritas para mi como las anteriores.
    Hay vuelos tan unicos, tan perfectos, tan maravillosos cielos tan altos que ojalá no hubiera compartido con un diablo disfrazado de ángel.

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